El estante apareció de improviso un 5 de julio de 1995 en 3.000 hogares elegidos al azar en distintos barrios de Montevideo y otras ciudades uruguayas. Se definía como “publicación de libros” y recién en el Nº 2 (agosto, 1995) hizo su primera declaración pública de este modo:

 

Para suscribirse a el estante

 

“Probablemente muchas personas se sorprendieron por la llegada de la revista a su casa. Si la sorpresa fue grata y desea seguir recibiéndola, sólo debe completar el cupón y enviarlo. Si no fue de su agrado y la revista no le interesa, pedimos las disculpas del caso. Sencillamente no haga nada; dejaremos de enviársela. Quienes quieran recibirla y carecen de cupón, sólo deben enviar una carta con su nombre, dirección, profesión y teléfono, a nuestra Casilla de Correo y quedarán suscriptos automáticamente en forma gratuita por un año. ¿Si la revista seguirá siendo gratuita y enviada a domicilio luego de ese año? Nuestro deseo es que sí, pero en definitiva dependerá de un conjunto de factores, algunos de los cuales no están bajo nuestro control”.

En el Nº 10 (abril, 1996) dio cuenta de una de las normas que regían la conducta de la revista:

 

Entre nosotros

 

La editorial Trilce editó recientemente una nueva novela de nuestra compañera en esta revista, Lilián Goligorsky: Esa maldita nostalgia. El Estante tiene por norma no realizar comentarios de las obras de nuestros colaboradores. Es un límite que nos imponemos, que sin embargo no nos impide alegrarnos y desear a Lilián nuevos éxitos en su prestigiosa trayectoria.

 

En el Nº 11 (mayo, 1996), a través del acuerdo con diferentes medios del interior del país (Batoví de Tacuarembó, La Portada, de Cardona y El Acontecer, de Durazno; y con la librería Club del Este, de Minas, Lavalleja), el estante llegó a distribuir 11.000 ejemplares.

 

Y en el Nº 12 (junio, 1996), con nuevos acuerdos, (Ecos Regionales, de Trinidad, Flores; Crónicas, de Mercedes, Soriano; El Observador, de Fray Bentos, Río Negro; y las librerías Alai, de Pando, Canelones; y Mundo Mágico, de Salto), además de 325 personas que se suscribieron durante mayo, el estante llegó a los 17.000 ejemplares.

 

En el Nº 13, julio 1996, el estante cumplió un año y explicitó algunos principios:

 

“Sería una revista de libros, regularmente mensual y gratuita, con el máximo de rigor periodístico de que fuéramos capaces y que tuviera fundamentalmente en cuenta al interior del país. Las razones eran varias y parece oportuno divulgarlas ahora, un año después.

 

“Una revista de libros: pensábamos que hacía falta, en un mercado lector como ha sido el uruguayo, una revista que apuntara a concentrar lo que había de disponible en el mercado librero para que, del mismo modo que un inversor, el lector pudiera informarse antes de invertir su dinero.

 

“Gratuita: desde el comienzo aspiramos a que el estante se distribuyera masivamente, no sólo entre la elite, ya atendida y sobre atendida. Queremos contribuir a romper algunas de las múltiples dicotomías que paralizan al país. Una de ellas es ese malentendido que algunos círculos se empeñan en reforzar y remachar: el de que la cultura es cosa de cultos. De lo que se trata es de integrar las distintas culturas.

 

“Una revista con rigor periodístico: también quisimos hacer una revista de cultura que fuera periodística, es decir, que tuviera múltiples puntos de contacto con toda la realidad. Arrancamos de los libros y llegamos al fútbol, el tango y la música, la política, la salud, las drogas, los antidepresivos, las computadoras, la investigación histórica, a los presos del Comcar y a pacientes del Vilardebó.

 

“Un nuevo relacionamiento con el interior: otra de las dicotomías que paralizan al país es la existente entre la capital y el interior. Son como mundos enfrentados. No en el discurso verbal, desde luego, sino en los hechos. En las ciudades del interior –los centenares de ciudades, poblados y centros habitados del Uruguay profundo- no interesa que les cuenten los baches de las calles de Montevideo. El interior no existe para los medios en general y muchísimo menos para los medios “culturales”. De ahí el crecimiento y multiplicación de los más de cien medios de prensa que circulan hoy por el interior. La red que hemos logrado establecer con 10 (diez) medios del interior es quizá nuestro logro principal, el más gratificante. Es una relación entre iguales y apenas el comienzo de un intercambio más complejo y de beneficio mutuo”.

 

“Cobro del envío, un giro que no hubiéramos deseado: Nacimos como una revista gratuita. A quienes nos preguntaban por cuánto tiempo, les respondíamos que no lo sabíamos. Incluso en los números 2 y 4, lo explicitamos. El cupón de suscripción decía: suscripción gratuita hasta julio de 1996. Y bien, llegamos a julio de 1996. Ya se sabe que el mercado uruguayo tiene la medida del país. Aun así pensamos que no ha existido la debida comprensión por parte del grueso del mercado vinculado al libro –obviamente hay excepciones y no son pocas- en definitiva el polo más beneficiado por una publicación de este tipo. Esto no debe confundirse con una queja; no lo es. Ni siquiera al comienzo fuimos a pedir un aviso como un favor. Si pensáramos que una publicación como ésta sólo podría subsistir por bondad, ni siquiera habríamos intentado editarla. Sí pensamos, en cambio, que una revista como el estante genera una nueva atmósfera en torno al libro. Los mensajes recibidos, así como la suscripción masiva y directa de los lectores y la indirecta a través de diez medios del interior, nos lo confirma.

 

“Lo cierto es que nos hemos visto en la obligación de provocar un giro operativo y comenzar a cobrar la suscripción anual a partir del mes de octubre. La cifra (ochenta y cinco pesos al año, unos 10 dólares de la época) implica pagar los gastos de envío, papelería y cobranza, por lo cual parte de la gratuidad se mantiene. Pero no ha quedado otra alternativa si es que pretendemos crecer y mejorar el estante.

 

En el Nº 18 (diciembre, 1996) se destacan tres aspectos organizativos y nueve informes periodísticos que mostraron el rumbo de la revista:

 

1) El giro de revista de distribución gratuita a distribución por suscripción paga en Montevideo y algunos departamentos del interior. No fue una decisión simple, a la que se llegó por imperativos económicos elementales. Fue todo un éxito. Hoy estamos distribuyendo 19.000 ejemplares regulares.

 

2) Los 40.000 ejemplares de la edición especial para la Feria del Libro. Todo un éxito de aceptación por parte de la gente, así como por parte de las autoridades de la Cámara del Libro y del LATU.

 

3) Los acuerdos con medios del interior, que compran y distribuyen El Estante a través de sus ediciones. Son doce periódicos de otras tantas ciudades, varios de los cuales han aumentado sus tiradas en el interin. Significó la puesta en marcha de una modalidad renovadora que permite compatibilizar esfuerzos y anuncia nuevos emprendimientos comunes para revitalizar a la prensa escrita.

 

En el plano periodístico tuvieron buena aceptación algunas coberturas exclusivas:

 

1) Informe cobre qué leen los presos; investigación a partir de una visita al Comcar, en Santiago Vázquez (enero)

 

2) El informe sobre Eduardo Galeano, el mayor vendedor de libros del Uruguay, inexistente para la crítica. Todos hablan de Galeano pero los medios no hablan de él (febrero).

 

3) Entrevista a Walter Ortiz y Ayala, un grande de la poesía que, como está fuera de los lugares que suele frecuentar la gente culta, queda radiado de los medios. Publicamos algunos de sus poemas inéditos (marzo).

 

4) Informe sobre el Prozac o similares en Uruguay y en el mundo; entrevista al autor del primer libro sobre la transición chilena, Rafael Otano; informe sobre el Caso Padilla, 25 años después (abril).

 

5) Informe sobre el libro Ansina me llaman y Ansina yo soy; entrevista inédita en Uruguay a John Berger, a propósito de la edición de uno de los grandes libros de este año, Hacia la boda (mayo).

 

6) Entrevista al bibliófilo Julio Martell, propietario de más de 17.000 libros; informe sobre el grupo de teatro del Hospital Vilardebó (psiquiátrico), a partir de una actuación en el Teatro Solís (junio).

 

7) Entrevista a otro grande de la poesía uruguaya, Juan Carlos Macedo; aparición de la separata El Estante infantil (agosto).

 

8) Publicación de la conferencia de Pablo da Silveira sobre la reforma educativa que necesita el Uruguay (setiembre).

 

9) Informe sobre la Cumbre del Tango; entrevista a Tomás de Mattos a propósito de la edición de La fragata de las máscaras (noviembre).

 

En el Nº 25, agosto de 1997, se anunció que

 

“por segundo año consecutivo, el estante será la revista de la Feria del Libro que se desarrollará entre el 6 y el 23 de noviembre en el LATU. En base a la exitosa experiencia de 1996 en que se distribuyeron gratuitamente 40.000 ejemplares, hemos llegado a un nuevo acuerdo con el comité organizador para repetir el modelo. Este año serán 60.000 (sesenta mil) ejemplares con más páginas y una separata a color”.

 

En el Nº 45, cuando celebró 4 años, el estante estaba en plena transición. Decíamos:

 

“En el ida y vuelta de 45 entregas ininterrumpidas fue fertilizándose un itinerario que devolvió algunos logros pero por sobre todas las cosas entregó respuestas a nuestras interrogantes sobre el periodismo cultural de nuestro país.

 

Desde el comienzo manifestamos vocación integradora; no sólo hacia fuera del país, sino hacia adentro. A los seis meses habíamos anudado varios acuerdos –llegaron a ser doce- con medios que permitieron llegar a miles de hogares en muchas ciudades uruguayas. De esa política que buscó y busca conectar los pedazos de este puzzle que es nuestro país, permanecen cuatro acuerdos sólidos, algunos de los cuales llevan ya más de tres años ininterrumpidos: Ecos Regionales (Flores), La Propuesta (San José), El Eco (Nueva Palmira y Carmelo, Colonia), y Hechos (San Ramón, Canelones). Otros, lamentablemente quedaron por el camino, empantanados en las dificultades que atraviesa el periodismo del interior.

 

(…)

 

El país en su conjunto está produciendo profundos cambios en torno a los cuales necesita favorecer una amplia reflexión. Hacia esa convergencia en el fluir de nuevas ideas, necesariamente propias, surgidas de la reflexión sobre datos de nuestra realidad, queremos sumar la modestia de nuestros recursos y la ambición de nuestras búsquedas.

 

En el Nº 57, julio de 2000, el estante cumplía 5 años y dijimos esto:

 

“En julio de 1995 salió el primer número de el estante. Las voces del escepticismo superaban a las del aliento: ¿Una revista de libros en Uruguay? Alguien llegó a preguntar: ¿Para qué si va a cerrar en tres meses?

 

En verdad, la presuntuosidad y los falsos “grandes propósitos” llenaban el espacio de fracasos. Pero para demostrar que éramos otra cosa había que caminar.

 

Claro que pensábamos que íbamos a llenar un vacío. ¿Quién si no se metería a editar una revista? Pensábamos que algo faltaba. Por ejemplo, información. El espacio del periodismo cultural estaba –está- afectado de abstracción y elitismo, de enciclopedismo barato, de guiños cómplices entre “entendidos”. De pose.

 

Apostamos a lo básico: información sobre libros. Con el tiempo se incorporaron algunas plumas autorizadas para opinar. Lo hicieron y eso nos enriqueció.

 

Una aventura editorial también es búsqueda, investigación, reencuentro con el pasado. Es un compromiso que obliga a revisitar autores. Reaparecen ídolos que nos acompañaban desde siempre y desaparecen otros que no soportan el rigor del tiempo y la mirada actual. También surgen los nuevos, los recientes y los desconocidos para los que no había habido tiempo u oportunidad. Por todo ello, un emprendimiento editorial también es tanteo; prueba y error. Con el lector siempre cercano, próximo. Crítico. Juez.

 

Es una revista independiente. Por tanto nuestros errores son tan auténticos y propios como los aciertos. El conjunto de sus definiciones teórico-prácticas determinó que esta revista se postulara como nexo entre quienes producen, comercializan y leen libros, un trío cuya potencialidad seguimos explorando con resultados sorprendentes.

 

Y aquí estamos. Cincuenta y siete ediciones en cinco años ininterrumpidos. Fue un desafío. Un esfuerzo intelectual y económico de mucha gente. Y desde luego también hemos obtenido satisfacciones. Quizá la mayor sea esta misma edición. Este emocionado homenaje al genio americano de Rodó, que comenzó cuando meses atrás pedí consejo a Methol Ferré, vecino y consultor de lujo, acerca de si era Rodó el personaje indicado para homenajear en este quinto aniversario. La respuesta no dejó lugar a dudas.

 

Hoy, luego de varios meses de frecuentar, por primera vez en forma orgánica la obra de Rodó puedo decirme a mi mismo – y pido disculpas por utilizar la primera persona- que la aventura valió la pena.

 

Aun si sólo hubiera servido para llegar hasta aquí”.

 

No lo sabíamos, pero esa sería la última edición. La crisis que estallaría en 2001/2002 había empezado a retrotraer la cantidad de avisadores y complicó la operativa con los medios del interior. Los costos se hicieron inmanejables y ante el riesgo de que se empezaran a acumular pérdidas inmanejables, decidimos cerrar. Los suscriptores pudieron canjear el dinero acreditado por concepto de ediciones no entregadas, en una librería de plaza.

 

 

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