Daniel Mazzone

Suele responsabilizarse a las redes de socavar la democracia, la libre expresión y la privacidad, y también de provocar nuestra peor versión colectiva, la de las agresiones y los insultos. Dos desplazamientos pueden aportar un marco explicativo de algunos de estos cambios:

Desplazamiento uno:

Las que antes denominábamos audiencias, comenzaron a partir de las plataformas, a emitir información, juicios y opiniones, sin ser del todo conscientes del nuevo rol, ni de las posibilidades que el cambio cultural -producto del desarrollo tecnológico- depositó en sus manos. Son minorías activas con una sobredosis de libertad que todavía no saben bien cómo administrar. Y en ocasiones insultan, hieren y agreden con juicios drásticos, como si se tratara de un juego, una suerte de borrador a medio camino entre el pensamiento y la palabra. Como si lo virtual no fuera real. En consecuencia, hubo un aumento exponencial en la circulación de textos, en un flujo que se volvió inmanejable. Esto nos lleva al

Desplazamiento dos:

Los medios ya no moderan el debate público. Era un rol que asumió el periodismo con los primeros diarios como The Times (Londres, 1785). El ecosistema de medios, se completó con la publicidad en el siglo XIX, y la radio, el cine y la televisión durante el siglo XX. El ecosistema introdujo una novedad importante, que se advierte ahora que la perdimos: los textos (gráficos, sonoros o audiovisuales), fueran de información, publicidad o entretenimiento, circulaban en y por los medios. Una modalidad que no solo contenía el flujo textual, haciéndolo manejable, sino que sobre todo, exigía responsabilidad por lo publicado. Cada texto se respaldaba en un periodista, un publicista, un director o una marca. Las condiciones para el agotamiento del “Contrato de Comunicación industrial” comenzaron a cambiar con el surgimiento de internet (1969), y fundamentalmente con la web en 1990. El cambio fue visible con las plataformas en la primera década del siglo XXI. Ya nada sería como antes.

En síntesis:

Parece un caos, pero es la instalación de un nuevo ordenamiento que todavía no terminó de configurarse. Se desplazaron las audiencias y los medios ya no manejan la corriente principal del flujo textual, que además, se volvió incontrolable. Las dimensiones y la escala del cambio escapan incluso a la comprensión de la sociología, la economía o la política, disciplinas que por lo general explican los grandes cambios sociales. Para entender la nueva sociedad de plataformas algorítmicas, no se puede prescindir de la Comunicación.

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