LO CENTRAL Y LOS INTERSTICIOS

X JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ, GUEST EDITOR, UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, ARGENTINA

 

Esta publicación es producto de un esfuerzo para articular, en un espacio común, resultados de investigación y enfoques teóricos que suelen vivir en espacios relativamente separados. No se trata de reivindicar un punto de vista teórica y metodológicamente ecléctico, sino, por el contrario, contribuir a la construcción de un campo que consideramos, al menos parcial, pero central- mente, común.

El lugar que ha ocupado y ocupa la problemática del sonido y lo auditivo en los estudios de comunicación, en particular, y en los estudios sociales y cultu- rales, en general, es al menos paradójico. Nadie discutirá la importancia de lo musical en la conformación cultural de una sociedad, y en cualquier congreso de comunicación una ponencia sobre lo radiofónico será bien recibida aun- que no sin cierta condescendencia. Sin embargo, ocurre que nuestra cultura, ésta, la de nuestros días, es fundamentalmente escrita y audiovisual. Sólo para anotar un ejemplo candente: si bien la telefonía móvil sigue aumentando su penetración en la sociedad y ello provoca que siga aumentando la cantidad de conversaciones exclusivamente sonoras, lo que llama la atención en la vida cotidiana y en la académica es su condición de smartphone y la presencia de la cuarta pantalla: nuevo soporte y espacio para los intercambios escritos y audiovisuales.

¿A qué se debe esa desatención de la presencia del sonido en la vida social? Seguramente se debe a las di cultades para capturar su materialidad, que en este volumen serán tematizadas, pero también se debe a la falta de tradición en su manipulación, y no debido al uso. La historia de las visualidades y de lo escritural se remonta a los vestigios más antiguos de las culturas desaparecidas, pero ninguno de sus sonidos ha dejado huellas materiales. La musicología de- bate si las transcripciones notacionales de la música deben ser tomadas como representación técnica de los sonidos musicales o como aproximaciones con- sensuadas parcialmente para acordar que ciertas melodías, ritmos y armonías deberían sonar de una manera y no de otra.

Recién a nes del siglo XIX, consolidándose como fenómeno importante en las primeras décadas del siglo XX, el sonido ha comenzado a tener una vida despegada de sus fuentes: lo telefónico, lo fonográ co y lo radiofónico han constituido una revolución tecnológica y cultural equivalente a la generada en la actualidad por las nuevas mediatizaciones, pero, tal vez por su dimensión revolucionaria, ha pasado casi desapercibida frente a lo que fue en su momento la imprenta y el auge posterior de las mediatizaciones audiovisuales.

Precisamente, las nuevas mediatizaciones le están dando a la vida social del sonido una nueva oportunidad de ocupar un lugar de relevancia entre las preocupaciones de la sociedad. Nuestras calles, plazas y medios de transporte están habitados por individuos con auriculares: hablan por teléfono mientras caminan o conducen sus automóviles o bicicletas, escuchan radio para infor- marse mientras entretienen su tiempo de tránsito o escuchan la música que ellos mismos se han elegido y editado, o que le proveen las redes en streaming. En los intersticios de la vida social las mediatizaciones del sonido y sus múlti- ples discursos viven, interactúan y se transforman.

¿Esas nuevas mediatizaciones llevan a la desaparición de las performances cara a cara, conversacionales, musicales o políticas? De ningún modo, a pesar de las denuncias apocalípticas acerca de la virtualización de la vida social, los bares y las plazas siguen creciendo en nuestras ciudades, los circuitos musicales no masivos se hacen sostenibles por las facilidades comunicacionales de las redes. Incluso, los políticos no pueden dejar de caminar en los intersticios de la vida de sus votantes, conversando.

Estamos, entonces, frente a nuevas convivencias entre el sonido en directo y el sonido mediatizado, y de éstos con el sonido en performances face to face. Difícil es establecerlo, pero esas convivencias y tensiones parecen tener un largo recorrido por delante. Por lo tanto, parece correcto aprovechar el momento de transformaciones para intentar comprender el conjunto del fenómeno sin dedicarnos exclusivamente a la actualidad y, menos, exclusivamente al futuro. El conocimiento debe avanzar en espiral, en tensión entre lo previo y lo nuevo.

Una de las barreras que limitan ese enfoque complejo sobre las relaciones entre comunicación, sonidos y cultura es la especialización. Como resultado del privilegio cultural por ciertos tipos de intercambios y en desmedro de otros, los estudios musicales han tendido a especializarse desde hace mucho tiempo y han con gurado un campo relativamente exclusivo y excluyente. Lo mismo ha ocurrido con los estudios sobre la radio y sus discursos, que han desarrollado sus propios congresos y líneas de publicación. Las conversaciones telefónicas, por su parte, no han sido estudiadas por su condición de interindividualidad y por la necesidad de la aceptación de los intervinientes y/o de la justicia para su indagación. Por último, las técnicas fonográ cas han quedado en manos de los técnicos y los productores de grabaciones, así como de los responsables de la tecnología de ampli cación en los conciertos en vivo. En resumen, la vida del campo de estudios comunicacionales y culturales sobre fenómenos sociales de sonido está parcelada y con pocas conexiones sistemáticas entre sí y respecto a otras series de lo social.

Para diseñar este número de la revista InMediaciones de la Comunicación, teniendo en cuenta las nuevas necesidades así como las barreras y las limita- ciones descriptas, teníamos dos alternativas básicas: diferenciar los contenidos por secciones disciplinares o de objetos (teorías sobre el sonido y la audición; prácticas etnográ cas y culturales relacionadas con la música; semiótica y eco- logía de los medios y nuevas mediatizaciones, entre otras) o, como nalmente decidimos, construir un sumario donde estuvieran los diferentes tópicos sin orden aparente. De este modo el lector, que espera tener una idea general del enfoque de la publicación, se verá obligado a leer el conjunto de los artículos y otros contenidos, sobreponiéndose al riesgo y al efecto de cierto desorden conceptual.

Esperamos que el riesgo asumido de desorden no provenga de la calidad conceptual y teórica de los artículos seleccionados, que representan bien cada problemática estudiada y que están basados en investigaciones empíricas. La construcción de un nuevo campo requiere asumir riesgos, pero también la pro- posición de un enunciatario o un lector comprometido con el cuestionamiento de las fronteras de sus disciplinas.

Sin duda, el clima de transformación comunicacional de la época será un estímulo ordenador.

INMEDIACIONES DE LA COMUNICACIÓN Nº10

FUENTE DEL VOLUMEN Nº 10 DE INMEDIACIONES DE LA COMUNICACIÓN

 

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